El extraño licor que conquista a todo el mundo
Es la una de la madrugada. Un joven quiere un chupito. No pide
ron,
whisky o
vodka. No busca un producto. Sino una marca. En concreto,
Jägermeister, un sabor particular que ningún español hubiera sabido reconocer o pronunciar hace una década. Pero hoy, España es uno de los mercados clave, el quinto país del mundo donde más se bebe este
orujo de 56 hierbas. La progresión ha sido espectacular: en 2005 se vendían 387.000 litros y en 2014 alcanzaron 1,7 millones. El fenómeno no se ha desarrollado, sin embargo, espontáneamente, sino como una estrategia de marca con un enfoque muy claro:
la juventud, la música alternativa y tribus urbanas como los modernos hipster.
Esa modernidad choca con el clasicismo de sus
orígenes como digestivo de las sobremesas alemanas, donde todavía es el mayor destilado. En el centro del pequeño
Wolfenbüttel, de 53.000 habitantes, se erige entre casas de cuento un gigante de cristal.
Jägermeister es la única industria en este pueblo pero también la
octava bebida espirituosa más vendida del mundo. Dentro de la sede, la tradición sigue viva.
La misma familia es dueña de la marca desde 1878 y su receta secreta
nacida para calentar a los cazadores sigue destilándose en barriles que los trabajadores tienen que limpiar al menos una vez en su carrera.
“El auge de Jägermeister ha coincidido con la crisis. Los jóvenes han puesto en duda lo políticamente correcto. Dejan de confiar en la gente que gobierna y en cómo les tratan las empresas. Hemos hecho las cosas de manera distinta. Somos transgresores y nos ven como un amigo en conciertos y fiestas”, apunta Vicens Bisbal, embajador de la marca en España. Estados Unidos es el principal mercado, seguido por Alemania, Reino Unido e Italia, pero España es el más reciente.
El secreto: conocer al cliente e ir a por él.
Sus responsables dicen que es una marca inclusiva y apta para todos, pero cada país tiene su particularidad. En España, el público objetivo tiene entre 18 y 39 años, lo que ha llevado a Jägermeister, de 35 grados, a tener también problemas de mensaje. Además de al ambiente alternativo, algunos relacionan esta bebida dulce y negra con grandes borracheras y noches de olvido. “Huimos de eso. Seguimos los patrones internacionales”, defiende Bisbal. Pero la leyenda de este orujo va más allá. Era el anestésico utilizado por las tropas nazis y la primera marca de un equipo de fútbol, el Eintracht Braunschweig de la Bundesliga, en 1973.
¿Quiere decir que la marca es más importante que el producto?
“Es de enorme calidad”, defiende Bisbal, que relaciona el criterio de los clientes con el
gusto por su sabor. “Si llega a un bar y pide Jäger conoce del producto. No sirve de nada que tenga botellas si el cliente no lo conoce. Si pide ginebra u otro licor, nunca se lo van a servir. Por eso se ha trabajado mucho en dar a conocer la marca”.
Fuente: economia.elpais.com
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